La filà Almogávares —antes Astures— iniciaba su andadura en 1933, en plena época de enfrentamiento entre el Ayuntamiento republicano y la Asociación de San Jorge, momentos de la historia en que la Fiesta de Moros y Cristianos permanece bajo los auspicios del teniente de alcalde José María Verdú Sempere, encargado de la comisión de fiestas de la, por aquel entonces recién constituida, Asociación de Fiestas Tradicionales de Moros y Cristianos de Alcoy, entidad que nacería a raíz de las distensiones entre la Asociación de San Jorge y la ideología de la nueva Corporación Municipal.

Es a causa de esta división de gobierno de la Festa, cuando la Asociación de San Jorge deja de registrar en su libro de actas los acuerdos, altas y bajas que se van produciendo en el ámbito festero, fechas en las que nuestra filà presentaría para su aprobación el boceto que habría de identificarla entre las comparsas cristianas. A falta de constancia en acta, se nos hace difícil determinar la fecha exacta en la que era aprobada. No obstante, son numerosas las referencias históricas que coinciden en 1934 como año en que los Astures pasan a integrarse como entidad festera dentro del bando cristiano, a la sazón menguada en cuanto a número de comparsas, dada la predilección de los festeros por enrolarse en el bando moro.

En este clima de contraposición y dificultades inherentes a los acontecimientos de la época, al que se suma el desánimo generalizado entre los mismos festeros, surge de entre la clase humilde, haciendo gala del espíritu vigoroso que su misma autodenominación de «Astures» preconiza, esta comparsa más tarde conocida como filà Almogávares.

Es José Blanes, conocido popularmente como el «tío Llaganya», quien decide reunir un grupo de individuos para dar cuerpo a una nueva filà, que desde sus inicios, y como antes referíamos, haría honor a la denominación de Astures, hombres históricamente conocidos por ser bravos, feroces y trabajadores de la libertad.

De José Blanes conocemos, gracias al testimonio verbal transmitido por quienes le conocieron en vida, su peculiar animosidad y amor por la tradición festera alcoyana. Leñador de profesión y amante de tertulias, era de todos conocida su conversación fácil y conciliadora.

Su habitual trabajo le mantenía en continuo contacto con leñadores, carreteros y panaderos, a los que él mismo surtía del elemento primario para la combustión. De dicho contacto, que se extendería en las tertulias celebradas en un local público de la calle Purísima, número 3 —primer domicilio social que se conoce de la filà— es donde se perfilaría la peculiar idiosincrasia distintiva de los «Astures», la filà surgida de la clase obrera, humilde en esencia, pero sobria y ambiciosa, como su denominación indica.

Antes de proseguir con los detalles que caracterizaron los albores de nuestra comparsa, hacemos un inciso para recoger y transcribir una entrañable semblanza del tío Llaganya, escrita, casi cuarenta años después, por José Aura, cronista de la Filà Almogávares:

«Quien presentó el diseño fue José Blanes, ostentando desde el primer momento el cargo de primer tro. Era leñador y proveía los hornos. Aficionado a la caza, no es de extrañar que su conversación siempre bordeara los temas de los perros y hurones, de los que se preciaba disponer de los mejores. Su ojo izquierdo tenía obstruido el lagrimal y constantemente se lo secaba con el pañuelo. Lógico que en aquellos tiempos, tan dados a los motes y apodos, le colgaran el de «llaganya». Amaba la broma y la alegría, si bien tenía una fuerte personalidad y gustaba del orden, haciéndose respetar.

En nuestra guerra de la Liberación, aunque no le alcanzó la metralla, la onda explosiva de una bomba le alteró de tal manera su organismo, que no tuvo oportunidad de volver a vestir el traje de su filà, a la que tanto se entregó y mimó».

Primer traje de los Astures

Un antiguo óleo firmado en 1940 por el gran artista alcoyaco José Masía, nos ha permitido conocer el primer diseño que esbozaron los Astures y que sería presentado para su aprobación a la comisión de la Asociación de Fiestas Tradicionales de Moros y Cristianos en 1933.

Este diseño nos muestra un enjuto guerrero vestido con túnica color marfil, ribeteada en bajos y mangas con una orla de fantasía, cinturón y pequeña carterita en piel, espada, puñal, puños, gorgera y casco de metal y gran capa roja forrada en azul, sandalias y un escudo en la parte izquierda, a la altura del pecho, en el que se distingue un dragón sosteniéndose por sus dos patas traseras. Complementan el diseño unas sandalias semejantes a las antiguas cáligas utilizadas por los guerreros.

Las aspiraciones de José Blanes de participar en las fiestas de Moros y Cristianos se ven secundada por numerosos compañeros y contertulios, pero sólo unos pocos tendrán acceso a desfilar durante la trilogía. Un año más tarde, en 1934, aparecían los Astures, una humildísima comparsa que apenas había podido reunir dinero suficiente para conseguir diez túnicas y seis capas. Este primer diseño o traje «astur» estaba confeccionado íntegramente en «bayeta» y consistía en una túnica blanca hasta la rodilla, ribeteada con doble cenefa bordada en rojo, al igual que la sugerente almena que, a guisa de escudo, lucían en la parte superior izquierda del pecho. Se complementaba el atuendo con una capa del mismo género que la túnica, gorgera y puños de latón, cinturón y cartera de piel al igual que las sandalias y una gran boina de fieltro.

Finalizadas las fiestas de aquel año, la joven comparsa de Astures, conocida popularmente por el sobrenombre de «los Llaganya» da sus primeras muestras de inquietudes renovadoras, constante que se mantendrá a través de los años, dada su peculiar facilidad para innovar diseños. Así, a su primer año de andadura, presenta a la Junta de Fiestas un nuevo boceto por el que se pide sustituir el anterior género de bayeta por astracán y terciopelo.

Con esta renovada vestimenta, un reducido grupo de Astures participa en las desangeladas y lluviosas fiestas de 1935, ocupando el noveno y último lugar del bando cristiano. La precaria situación económica de estos atrevidos festeros no sería causa para que, finalizadas las fiestas y reuniéndose nuevamente en lo que por aquel entonces se denominara «peña de amigos», imaginaran un nuevo diseño, limitándose en esta ocasión a alargar la anterior capa hasta los pies. Sin embargo, y gracias a los testimonios gráficos, se ha podido constatar repetidos cambios consecutivos en la realización de los ribetes y cenefas que adornaban las túnicas astures.

El 22 de abril de 1936, nuevamente la filà aparece en los festejos participando en el Alardo gracias a la subvención recibida del Gobernador Civil, para la adquisición de arcabuces y pólvora. Joaquín Nebot Santonja, apodado «el Nebot», marmolista de profesión, es a la sazón primer tro de la fila. Consumidas estas fechas, irrumpe la Guerra Civil y se suspenden los actos en honor de San Jorge hasta llegado 1940, año en que la filà tendrá que desempeñar su primer cargo. Alfonso Seguí Pérez, primer tro, se hace cargo, permaneciendo ocho años al frente de la misma.

Primera alferecía en 1940

Los jóvenes llaganya, con más ilusión que medios, se preparan para ostentar el cargo de alférez, honor que recoge José Vicedo Pérez. El diseño que luciría, humilde en su creación: túnica y capa de terciopelo, casco adornado con una gran pluma blanca y bastón de mando, no desvirtuaría la elegancia de este primer alférez de los Astures. Un año después, correspondiéndoles la capitanía, se presta nuevamente José Vicedo Pérez a encarnar el máximo cargo de las huestes cristianas. Panadero de profesión, gozando de un nivel de vida medio en comparación de la «peña llaganya, hace acopio de sus bienes y consigue reunir a un grupo de individuos que habrán de arroparle en su desfile.

El Capitán astur luce en esta ocasión histórica un delicado diseño de paladín cristiano, alquilado a una compañía de teatro de Valencia: botas altas, espada ricamente adornada, amplia capa de terciopelo rojo, calzón y jubón de seda bordados en oro, sombrero de ala ancha coronado con plumas blancas y blondas en cuello y puños. La dignidad de los llaganya es festejada: su Capitán había deslumbrado a quienes conociendo la pobreza de la filà no esperaba tal magnificencia.

Un testigo presencial de aquellas fiestas aportaba años después una reveladora anécdota. Julio Berenguer Barceló, autor de este recuerdo, escribiría:

—«Siempre está presente en mí la anécdota que ocurrió —tenía yo entonces diez años— en 1941. Aún no amanecía. Mis ojos infantiles escudriñaban cualquier detalle del poético momento. Los Astures, con sus armas y atuendos, iban a iniciar el desfile, pues era el año del Capitán, pero en su rostro se vislumbraba inquietud rayando en la tragedia. Al fin reparé en el suceso: la música concertada no había llegado. Duda y confusión. Son las seis. Las campanas del Santo Sepulcro (nuestra parroquia de Santa María era todavía un solar, estigma vivo de la pasada contienda) cantaron la llegada de la claridad, y los astures, en correcta formación, tuvieron que esperar a que la escuadra inmediata, los Andaluces, rompiera el aire con sus compases. Al son pues de la primera música de los Contrabandistas, enojados éstos un tanto porque su cabo no podía evolucionar a gusto con la larga navaja, a pocos metros de distancia unos de otros, iniciaron la Diana los Astures, algo sonrojados, aprovechando el eco de las movidas notas del pasodoble interpretado por la banda de los Andaluces. En mi alma infantil, pero ya calada de «festerismo», grabóse el indeleble aquella situación, ridícula tal vez, pero ennoblecida por la hombría con que aquellos diez astures, con el sargento al frente, salvaron la delicada circunstancia».

En contínuo proceso de cambio

Dejando atrás el año del Capitán, los Astures inician reiterados cambios de diseño, domicilio social, de componentes… Tanto es así, que los «llaganya» son conocidos por su constante trasiego y renovación de individuos. Quienes integraron las filas no recuerdan años sin problemas, sin prisas de última hora por encontrar quien salvase su supervivencia en la fiesta.

En 1946 aparecía el denominado «Llibret de les comparses» edición en color, que reproducía los diseños de cada una de las filaes, según dibujos de Matarredona Sanchis. Los Astures presentan aquí túnica blanca orlada con doble cenefa y escudo heráldico en el pecho; capa roja con reverso azul y yelmo plateado. Calzan unas rústicas sandalias de la época.

La vida social de los llaganya subsiste gracias a la animosidad de sus escasos componentes, formando todavía una reducida peña de amigos, cambiando frecuentemente los locales. La humilde condición de estos abigarrados festeros convierte en odisea su supervivencia en la Festa, nutriéndose de festeros de las comparsas moras, sin que ello ensombrezca el espíritu lúdico de la fila. Siempre habrá quien, fascinado por la fiesta, alquile un traje a los Astures, filà por la que han pasado cientos de individuos, desde trabajadores, comerciantes, hombres de Alcoy que, finalmente, por una razón u otra, encontraron en esta comparsa la posibilidad de participar en las fiestas sin que ello sentase precedente. Los Llaganya sólo conocían un compromiso, el contraído con la Asociación de San Jorge y su devoción al Santo Patrón.

Nuevos cargos en 1948-49

Se aproxima la trilogía abrileña de 1948, los Astures se apresuran a buscar entre los simpatizantes de la filà un candidato a la alferecía, encontrando a Juan Valls Palacio, que se ofrece voluntariamente a salvar el compromiso. Luce el Alférez astur un digno traje de artesanal confección, en la que destacan los dragones bordados en el pecho, barras aragonesas y cenefa en los bordes de la túnica de algodón. Capa imitación del astracán, casco y gran espada adornados en pedrería. Destacan en el cinto dos escudos con motivo de dragones y unos finos zapatos.

Alfonso Seguí Pérez, todavía primer tro de la fila, decide un año después desempeñar la capitanía alquilando el traje a la Asociación de San Jorge y aprovechando algunos elementos complementarios —corona, espada, calzado y mallas— del anterior alférez. Viste en l’Entrá una hermosa túnica de terciopelo granate, de forma irregular en los bajos y mangas, en los que han sido bordados las barras de Aragón y los castilletes heráldicos. A diferencia de otros años, la capa que luce el Capitán es de un solo color.

Estas fechas de cargo transcurren sin demasiada relevancia para nuestra fila, cuyos componentes, de forma indiscutible y ciñéndose a sus limitadas posibilidades, dieron todo lo que les era posible, sin excederse en gastos ni en manifestaciones ostentosas. No obstante, la comparsa presenta una escuadra ligeramente renovada. Ha desaparecido la capa y visten una gruesa túnica, calzas oscuras, emblema heráldico en el centro del pecho, el ya típico «castellet» que reproducen en los grandes escudos de latón que orgullosamente muestran en su recorrido, al tiempo que sostienen una sobria lanza medieval. El calzado continúa siendo un par de rústicas sandalias.

Continua al frente de los Astures Alfonso Seguí como primer tro, sin conseguir fortalecer la economía de la filà que prosigue su andadura gracias a «cuatro» incondicionales llaganyas. En 1950, Santiago Paya Ribes, apodado «el Beato», toma el mando permaneciendo siete años como primer tro de la siempre desnutrida comparsa. Es Francisco Millán quien le sucede en 1957 hasta que, en 1960, Emilio Pastor Seguí es elegido primer tro, coincidiendo con la proximidad de los nuevos cargos que por turno le correspode a los Astures.

Un cargo para tres festeros

El primero de los cargos, y debido a la indegente situación de la filà, ha de ser distribuido entre tres individuos, siendo José Pérez Vilaplana quien representaría a los «Llaganya» durante el primer día de la trilogía, Luis Sorolla García, el segundo y Fernando Balsameda, el tercer día.

Los Astures presentan un boato flojísimo, teniendo que recurrir como en tantas otras ocasiones a nutrir sus filas con festeros de otras comparsas. Sin embargo, el acto de l’Entrá resulta magnífico. José Pérez Vilaplana, montado en un hermoso corcel, cubre el recorrido de rigor honrosamente, presentando como nota destacada una gran espada, pluma de avestruz coronando su casco y una amplia capa de astracán cubriendo una preciosa túnica bordada en oro.

Incomprensiblemente, un año después, con el nombramiento del primer tro Francisco González Vivó, los Astures renuevan su diseño bajo la orientación artística de Francisco Botí, encargado a su vez del traje y boato del Capitán. Los cambios experimentados en el diseño afectan principalmente los complementos del traje, nuevo casco, calzado, escudo y cinturón.

El capitán 1961 se convierte también en un cargo compartido entre Alfredo Valor Francés y Carlos Blanes Lloréns. Los gastos de boato, así como los del traje del Capitán corren a cuenta de la Asociación de San Jorge, quien se presta a ayudar a los Astures, salvándoles de perder su turno de participación en la rueda de cargos, siendo Carlos Blanes quien realizó y sufragó el día del Alardo.

Realiza los diseños el pintor alcoyano Francisco Botí, resultando una auténtica novedad, puesto que tanto la línea, color como los géneros empleados en su confección, nada tienen que ver con la anterior sobriedad de los trajes astures.

La década de los años sesenta

La década de los sesenta trajo consigo innumerables cambios para esta comparsa ya de por sí dada a la renovación. En 1962, justo han cumplido los deberes del cargo, se reúnen los Astures para nombrar nuevo primer tro, resultando elegido Agustín Belda Doménech, quien propone un cambio radical en la vestimenta astur.

Asesorado por el pintor alcoyano Luis Solbes Payá, el traje astur sufre una patente transformación que, por otra parte, sólo duraría unos meses, el tiempo de participar en las Fiestas de aquel mismo año. Con la entrada de José Ferrando Martínez como primer tro, se efectúa el cambio referido: ampliación de la anchura de la falda y los adornos que la bordean, convirtiéndoles en cenefas almenadas.

Llega con 1964 un nuevo primer tro, Alfredo Valor Francés, sustituido un año después por José Ferrando Martínez. En 1966 es elegido Daniel Climent Lloréns, año en que nuestra comparsa cuenta ya con 16 afiliados, un número nada despreciable habida cuenta de la anterior escasez de asociados. Le sucede en 1967, hasta el final de la década, Juan Colomina Lillo.

Desde 1962, la fila experimenta un lento pero progresivo auge, hecho al que contribuiría el instalar su domicilio social en la calle Santa Isabel, número 41, como punto de reunión definitivo. Anteriormente, los Astures habían recorrido ocho locales — que se conozcan — y otros tantos puntos de reunión en domicilios particulares. El motivo de estos constantes cambios se debía obviamente a la imposibilidad de mantener un local propio.

El orden de los domicilios sociales ocupados por los Astures desde 1933, según han podido recordar algunos de los antiguos componentes de la fila, corresponde al siguiente:

Calle Purísima, 3 pasando después al número 5 y más tarde al número 8 de la misma calle. Inmediatamente se les localiza en la calle San José, calle del Carmen y más tarde en la calle San Nicolás (bar Fi-guereta). En la misma calle San Nicolás ocupan los bajos de los locales de la filà Asturianos.

En el año 1963, se formaliza el contrato de arrendamiento del local social sito en la calle Santa Isabel, 41. Siete mil pesetas son entregadas por el primer tro Agustín Belda Doménech a la dueña del inmueble en el momento de la firma, estipulándose un alquiler de 700 pesetas mensuales.

En este punto de la historia, la filà toma un camino ascendente, dejando atrás las penurias sufridas por sus antecesores. Con la filiación de jóvenes festeros se consolida la nueva generación de los «llaganya» que curiosamente se muestra, al igual que sus predecesores, amante de la renovación, protagonizando tres cambios de diseño y el de la propia denominación de la filà, aunque éste último obedeciera a una sugerencia formulada por la Directiva de la Asociación de San Jorge.

Filà Almogávares, antes Astures

Los años sesenta, o la década de los cambios, cerrará su capítulo con el cambio de la denominación de la filà en 1969. Adrián Espí Valdés comenta los motivos que indujeron a los Astures y a la propia Asociación a adoptar el nombre de Almogávares:

«La existencia de la centenaria «Asturianos» hizo aconsejable a los miembros de los Astures, y para evitar repeticiones en los gentilicios pues ambas denominaciones venían a referirse a los habitantes de Asturias, cristianos, en definitiva, del reino asturiano, a cambiar la denominación. Por otra parte, los «Almogávares» han estado unidos a la historia de la corona de Aragón y han presentado en las guerras y en las conquistas de Aragón por el Mediterráneo, hasta llegar a Grecia y Constantinopla, los ejércitos de choque, violentos y fuertes que abrían el camino a todas las mesnadas en la época de Jaime I, Roger de Lauria y Roger de Flor, entre otros. La definición del diccionario es, por otra parte, escueta y definitiva: «Almogávar: Soldado de una tropa muy aguerrida que se emplea en hacer incursiones por tierra enemiga».

El nombre de «Almogávares» es resucitado por los Astures, dado que desde 1883 hasta 1930, existieron en la historia de Moros y Cristianos de Alcoy dos comparsas denominadas «Almogávares» y que, por supuesto, nada tienen que ver con la actual, aclaración que hemos considerado oportuna para evitar posibles confusiones, puesto que la elección de este patronímico obedece más a las cualidades atribuidas a aquellos guerreros del siglo XIV, que al hecho de existir alguna vinculación entre las anteriores comparsas referidas y la actual filà Almogávares.

Diseño Almogávar

Definitivo, hasta las fechas (1985), ha sido el cambio de diseño operado en el traje de la filà, ahora ya intitulada «Almogávares». Esta reforma se realiza también en 1969 bajo el asesoramiento artístico de Luis Solbes, convirtiendo la anterior túnica blanca en sobria túnica de terciopelo rojo —de largura hasta la rodilla— bordeada con una ancha cenefa azul, sobre fondo blanco, en la que se dibuja la silueta de legendarias almenas. El cinturón es ahora más amplio, con gruesa cadena de sostén y espaciosa cartera para la pólvora. El casco, puños y cinto, presentan los emblemas heráldicos de la fila, la «torre» y las «barras» del escudo de Aragón. Se complementa el atuendo con malla gris y cáligas por calzado. Cabe destacar, que como distintivo de la filà y aparte de la heráldica, la túnica almogávar porta un gran dragón azul en el pecho, recobrando así aquel escudo diseñado por José Masiá.

Florecimiento de la fila

La Fila Almogávares, Astures de nacimiento y por siempre «Llaganya», inicia los años setenta con una nueva savia que reconducirá su destino, basándose en un estricto cumplimiento de los deberes festeros sociales y económicos de la filà. Es a partir de esta década cuando la Llaganya es considerada como una filà «privilegiada» a la que no todos pueden acceder, consideración, por otra parte, impropia. Los llaganyas nunca dijeron «no» a un nuevo socio.

Modesto Moíña Alvarez —años después presidente del Club Deportivo Alcoyano— es elegido primer tro en 1970, sucediéndole Fernando Fernández Jiménez, apodado «el Madriles», natural de Aldeanueva de Barbarroya (Toledo) y afincado en Alcoy desde su infancia.

Fernando Fernández es nombrado primer tro el día 6 de junio de 1971, quedando constituida la Junta Directiva por Juan Colomina Lillo, en calidad de darrer tro, Francisco Mollá Valoy, tesorero; Manuel Carbonell, secretario y los vocales: Francisco Varó Orts, Rafael Doménech, José García Miró y Modesto Moíña Alvarez. El número de afiliados, según acta de la filà, es en esas fechas de diecinueve.

La recién formada Directiva comienza su andadura estudiando las previsiones a efectuar con miras a atender los cargos festeros que se le avecinan, «Alférez y Capitán» 1974 y 1975 respectivamente. El resurgimiento de la Filà se evidencia inmediatamente: nuevas incorporaciones. Niños y jóvenes se afilian, salvaguardando así el futuro de esta ya enraizada comparsa cristiana.

Aunque los «llaganya» siempre fueron dados a las celebraciones y festejos populares, en este momento de su historia se muestran más predispuestos a la vida social. Celebración de concursos, asistencia y organización de actos culturales y recreativos, lotería y un largo etcétera de innovaciones que van situando a los Almogávares en la cúspide de la popularidad.

El local social sufre también algunas modificaciones al irse adecuando éste a las necesidades de la floreciente concurrencia de asociados. Instalación de una barra de bar, habilitación de dormitorios para las bandas de música, cocina, servicios y salas de reunión.

Cargos inolvidables

Y entramos de lleno en años de cargo: 1974 traerá consigo la alferecía. José Agulló Albors es presentado a la Asociación de San Jorge para desempeñar el cargo. Aceptado éste, se inician los preparativos que, accidentalmente, se ven alterados ante la inminente muerte del padre de José Agulló. Momentos de confusión ensombrecen el optimismo que vive la filà, a medida que crece la incertidumbre de quién representará el cargo. Finalmente, fallece el padre del propuesto alférez y éste, pese al luto y cumpliendo su compromiso, se reincorpora a la corriente festera y participa brillantemente en la trilogía.

Adrián Espí, cronista de la Asociación, recoge en su habitual «Crónica de Fiesta» las siguientes impresiones de aquella Entrà cristiana:

«Y como colofón, los Almogávares dieron un ejemplo de querencia por hermosear la Fiesta. El alférez —D. José Agulló Albors—presumió su marcial uniforme, la escuadra especial estuvo sujeta a un estudiado rigor histórico: aquellos almogávares de la corona de Aragón adelantados en Grecia y Constantinopla, y las torres de asalto junto al dragón heráldico fueron notas muy acertadas. El hecho de uniformar su banda de música también es un detalle…».

No habían dejado de sonar las últimas notas musicales de las Fiestas 1974, cuando nuestra filà ya organiza los festejos de su capitán: de nuevo José Agulló. Los comentarios que corrieron en torno su figura, boato y organización, darían pie a que sus compañeros, en «acta», calificaran este suceso: «José Agulló nos maravilló con un alférez y capitán extraordinarios, echando toda la carne en el asador, apoyado eso sí, por la Filà en bloque».

La banda de música no apareció

Nuevamente se producía la irremediable anécdota. Por segunda vez, al igual que sucediera en 1941 —año de capitán— la Llaganya arrancaba sin su banda de música. Adrián Espí testigo presencial del incidente lo comenta en los siguientes términos:

«La fiesta, la Fiesta en mayúscula comienza con su anécdota. A las 6’30 de la mañana, hora en que debe de arrancar la Diana, la fila Almogávares aparece en perfecto estado de revista, formada, con el Sargento Mayor cristiano al frente. Pero la corporación musical de Navarros brilla por su ausencia. El director empuña la batuta pero no tiene a quien dirigir. Se improvisa una «charanga» con músicos de aquí y de allá y con unos minutos de retraso, con nerviosismo y agitación se interpreta el Himno Nacional ante el desencanto del muchísimo público asiduo a este acto hermoso de gran trascendencia y significado «fester». La «Marcha Real» en vez de la composición de Barrachina».

L’ Entra cristiana

El mismo cronista nos aporta un bello documento histórico de aquella irrepetible Entra:

«La entrada Cristiana está a punto de comenzar. Ésta de 1975 será una de las que se recuerden como espectacular, ordenada, rítmica, repleta de encanto. Pasará a los anales de nuestra historia festera por derecho propio. Se inició con muy bien pie —y luminoso y cálido sol— gracias al entusiasmo desbordante de la fila Almogávares que no regatearon esfuerzos en su año de capitán. En efecto, los jóvenes que configuran «II gruppo sbandieratori nella fiesta del Sarali-no di Arrezzo» abrieron marcha provocando a lo largo de la carrera calurosísimos aplausos por sus vistosas evoluciones de poderoso atractivo y de plástica belleza; giros, bailes y equilibrios que aumentarían a su llegada a la plaza de España, y que repetirían en los días siguientes.

La presencia del caudillo cristiano —José Agulló Albors— fue portentosa. Sobre una plataforma que recordaba un fantasmagórico dragón —emblema de la filà— el capitán almogávar luciendo un riquísimo atavío es portado en andas por un nutrido grupo de encapuchados prisioneros, cargados de grilletes y cadenas, a golpes secos de atabal. Una estampa verdaderamente impresionante, de gran efecto y muy buen gusto. Los aplausos, sobre todo al iniciar su recorrido en el «carrer de San Nicolauet», rubricaron la grata impresión que causaba en el público. Las carrozas, inspiradas en motivos bélicos y de campaña, tales como catapultas y una tienda hecha con pieles y troncos, constituyeron un boato magnífico. Por su parte, la escuadra especial, la que solemos denominar de «negres», produjo también entre el gentío espectante una grata sensación dada su vistosidad y combinación de elementos que constituían el figurín. Atrevida y «salvaje», tal y como señalan las crónicas viejas al referirse a los almogávares que implantaron el escudo de Aragón por Bizanzio y por Grecia. Resaltamos también, por el simbolismo que encierra, la presencia junto al capitán cristiano de tres princesas portadoras de una llave dorada, el escudo de la ciudad y una corona regia. Detalle, de verdad, de excelente gusto.

En resumen: los Almogávares rayaron a una altura inusitada, dando un ejemplo de festerismo, armonía y disciplina, tanto en la entrada —el acto, tal vez, más espectacular— como en las otras actuaciones, algunas de ellas privadas, anteriores a la trilogía, que hablan muy bien de este grupo esforzado de hombres entregados sin regateos a la fiesta».

Los Almogávares no sólo merecieron los elogios del cronista de la Asociación de San jorge, el diario Información anunciaba el 23 de abril de 1975: «Los Abanderados de Arezzo auténtica sensación en la Entrada Cristiana». El Periódico local también se hacía eco de la impresión causada por los «Abanderados», al tiempo que destacaba la labor artística de Alejando Soler, diseñador y creador de la «escuadra de negros».

En este año de capitán hay que destacar la emotiva entrega de pergaminos conmemorativos en una cena dedicada a cuantos habían salido en la filà Llaganya a lo largo de su historia.

Ballesteros medievales

Nuestra filà, sumándose a los actos conmemorativos del Séptimo Centenario del Patronazgo de San Jorge, aporta a las fiestas de 1976 un extraordinario espectáculo que al igual que el anterior año —Capitán 1975— importa de Italia. Los ballesteros medievales, grupo «Baliestieri di Sansepolcro», constituyen un acierto más, nuevamente destacado por la prensa en grandes titulares, rubicando así el éxito obtenido con esta feliz iniciativa.

Fernando Fernández Jiménez —primer tro— escribiría al respecto: «La Llaganya, durante su última etapa, ha intentado ser una Filà respetuosa con su pasado y creadora en su presente, participando en todas aquellas ocasiones en que a través de sus años de cargo 1974 y 1975 y el Séptimo Centenario 1976, le han propiciado dar rienda suelta a su ilusión festera, realizando todo tipo de actos sociales, intentando con ellos transmitir todo nuestro afecto, cariño y respeto profundo a las personas a los que iban dirigidos y con las que nos hemos sentido profundamente unidos. En los actos festeros, somos una Filà con una idiosincrasia muy definida que, dentro de nuestro amor a San Jorge y el respeto a nuestros conciudadanos, procuramos en la trilogía abrileña divertirnos, gozar de todos los actos festeros con énfasis, intentando hacerlo todo lo bien que somos capaces en bien de la Fiesta y de Alcoy».

Vida social en la fila

En 1974 los Almogávares inician una serie de actos que tendrán como fin la solidaridad con los momentos difíciles por los que atravesaba el entrañable Asilo de los Ancianos Desamparados de nuestra ciudad. La primera de las galas celebradas con este propósito tiene lugar en la Discoteca El Búho, con la participación especial del caricaturista «Villena», consiguiendo reunir quinientas mil pesetas para los ancianos. En 1977 se repite esta experiencia con la organización y celebración de dos galas que contarán con la presencia de dos famosos locutores de T.V.E. Kiko Ledgard y la alcoyana Marisa Abad. La recaudación de fondos asciende a 776.474 pesetas, donadas íntegramente al Asilo de Ancianos.

La constante actividad de los Almogávares es reflejada en las páginas de sociedad del periódico Ciudad. Así, en 1978 y con motivo de la reapertura de la Asociación Artístico Recreativa «El Iris» (fundada en 1880) reúne a un gran número de personalidades locales en torno a los componentes de nuestra filà. Paco Alba, presidente de «El Iris» y almogávar de filiación, inaugura al tiempo y junto a Fernando Fernández, primer tro, un segundo local social de la Fila Almogávares en el cuarto piso de dicho edificio.

Los «Llaganya» participan a su vez en innumerables actos sociales, integrándose dentro de su programa oficial la visita en masa al Asilo de Ancianos, constituyendo un momento de especial emoción para todos. También está la visita al Sanatorio de Fontilles, Romería a la Font Roja y participación en «la Olleta», consiguiendo, hasta la fecha, seis primeros premios, gracias a la excelente mano culinaria de José García Miró, alias «el cuñao» y sus ayudantes «Veneno»’ y «Jordiet». Alcanzan también el primer puesto del Campeonato de Cotos en 1981, con José Aura y José Juan.

Y, por participar, participan también en la Cabalgata de los Reyes Magos. Fernando Fernández, Tomás Santonja y José Aura Payá representan en 1980 a los pajes de Melchor, Gaspar y Baltasar, respectivamente. En 1982, en el mismo orden, encarnarán las figuras de los tres Reyes Magos de Oriente.

No podemos olvidar en este resumen de actividades una muy especial: la «Lotería de Navidad», impresa en los más insospechados diseños. En forma de pergamino heráldico, de periódico «The Llaganya World», calendario, hucha, pavo de cartón de enormes proporciones y un extensísimo y variado número de participaciones, llegarían a ser enviadas hasta al propio Rey, Don Juan Carlos de Borbón. En cuanto a los premios, el más significativo es el obtenido en 1975, repartiendo 25 millones de pesetas con el número 22.191. La lotería «Llaganya» se ha configurado como un mensaje que la filà distribuye a lo largo de toda España entre quienes se sienten identificados con Alcoy y su fiesta, siendo objeto incluso de coleccionistas que encuentran en los singulares diseños un valor emotivo.

Estatutos de la fila

El 3 de noviembre de 1981, son aprobados por la Asociación de San Jorge, los «Estatutos» que habrán de regir en lo sucesivo el orden de la fila Almogávares. Destacamos de los mismos y a título de anécdota las bases de «honores, insignias y sanciones» impuestas por el reglamento:

  • Llaganya de Platino. Para premiar méritos muy relevantes y sólo pueden tenerla tres personas en vida.
  • Llaganya d’0r. Para premiarméritos especiales de individuos, y a quienes han cumplido 20 años de antigüedad en la Fila.
  • Llaganya de Plata. Es el distintivo propio de la Filà y se concede una vez transcurridos cinco años de participación activa.
  • Llaganya de Ferro. A los individuos o personas ajenas a la Fila, que por su actuación negativa cara a la fiesta o contra la Fila Almogávares, se haga merecedora de censura. Todavía desierto.

En mayo de 1982 era entregada la primera y única Llaganya de Platino, hasta ahora concedida, a Fernando Fernández Jiménez, en reconocimiento a la labor desempeñada en la fila. También es concedida la «Llaganya d’0r» al tesorero, Francisco Sánchez Camarasa, por méritos contraídos; al número uno y número dos de la fila, José Aura Payá y José Blasco Santamaría, por antigüedad.

«Almogávar i Alcoiá»

El maestro José María Valls Satorre compone una marcha cristiana para nuestra filà titulada «Almogávar i Alcoiá», pieza que se estrena para la escuadra especial de 1982 a cargo de la Banda Música Nueva, a la vez que participa en el Centenario de Música Festera. La Filà hace entrega de la «Llaganya d’0r» a José María Valls por los méritos contraídos con su «Almogávar i Alcoiá».

Bandas de Música. Cuatro son las bandas de música que han acompañado a nuestra comparsa durante su larga andadura. La primera de ellas, la Banda Musical de Albaida, Adzaneta de Albaida, la segunda, la Sociedad «Fomento Musical» de Navarros, la tercera y, por último, la Unió Musical de Llutxent.

Cincuentenario de la filà

Llegamos al cumplimiento de los cincuenta años de permanencia de la Filà Almogávares, antes Astures y siempre «Llaganya». En 1984, los llaganya celebraron sus Bodas de Oro desfilando el día de l’Entrá con una Escuadra que vistió el diseño primitivo de los Astures, recordado como el de la «túnica de pell de borrego», evocando así recuerdos nostálgicos y ofreciendo un homenaje a aquellos primeros «llaganyas» que hicieron posible este aniversario. La filà invitaba con motivo de su cincuentenario a todas las filaes de la región valenciana existentes bajo la denominación de Almogávares. Durante su visita a nuestra ciudad, estos festeros fueron llevados a visitar el Museo del Casal, siendo recibidos por el propio presidente de la Asociación de San Jorge. Posteriormente compartirían una cena de confraternidad en la que se sirvió la típica «Olleta» alcoyana en el Círculo Industrial, durante la cual se intercambiaron placas y pergaminos conmemorativos del acto, al tiempo que se imponía la «Llaganya de Plata» a un nuevo grupo de festeros. Finalizaba la noche participando tanto los almogávares foráneos y locales en los actos de «les entraetes».

La «fulla» de los Almogávares

Existe la creencia de que esta filà es económicamente prohibitiva o de difícil acceso, quizá avalada esta opinión por la trayectoria que ha mantenido durante la última época, afrontando con tan sólo 15 individuos en nómina los cargos de alférez y capitán en 1975-75, sin que ello fuera óbice para que presentara una absoluta dignidad sus cargos, manteniéndose el nivel en años posteriores con el VII Centenario, actos de homenaje y reconocimiento que, si bien han tenido un coste elevado, han resultado, sin duda, rentables por la satisfacción conseguida.

De cara a una mayor comprensión de la realidad económica de la fila y basándonos en los datos de 1984, digamos que la «fulla» por individuo de pleno derecho ascendió a 36.000 pesetas, con las que se incluían seis ensayos con vermut, cuatro «entraetes», la nit de l’olla, puros, maquillajes, almuerzo del día de la Entrada, comidas los días de San Jorge y el Alardo, almuerzos en los mismos días, gastos de la retreta, asignaciones a los centros benéficos, pólvora, pistones, seguro para el disparo y limpieza del arcabuz, gastos del viaje a Fontilles y donativos, gastos de los glorieros y gastos ocasionados por los pasacalles con la banda de música. Estos servicios hablan contundentemente del nivel económico de la fila.

Multitudinaria despedida a un almogávar

Cuando cualquier almogávar se va, resulta inevitable encontrar un sentimiendo de dolor y ausencia entre esa gran familia que configuran los llaganyas. Sin embargo, de entre las despedidas que se han registrado en su historia, hay que hacer mención especial a la ofrecida a Francisco Mollá Valoy, quien dejó este mundo precisamente un 23 de abril. Al mediodía, todo el Alcoy festero, todos sus amigos, paisanos, se dieron cita para despedir multitudinaria y emotivamente a un compañero, constituyendo el acto uno de los más entrañables recordados. Sólo las salvas de honor rompieron el silencio del dolor por la ausencia del que fue ejemplo de amistad y entrega a sus compañeros y amor a San Jorge y a su pueblo: Francisco Mollá Valoy.

Interrumpimos en este último punto la narración de aquellos hechos que hemos considerado más significativos en la vida e historia de la Filà, siendo conscientes a la vez, de haber omitido —por carencia de datos fidedignos — la inclusión de nombres, personajes y anécdotas que contribuyeron a conformar la «Historia de la Filà Llaganya».

Alférez filà Almogávares

  • Enrique Ripoll Monerris – Emilio Santacreu Serra 1940
  • Juan Valls Palacio 1948
  • José Pérez Vilaplana – Luis Sorolla García – Fernando Balmaseda Badía 1960
  • José Agulló Albors 1974
  • Rogelio Vaello Vañó 1988
  • Juan Moíña Pérez 2002
  • Javier Gandía Jordá 2016

Capitán filà Almogávares

  • José Vicedo Pérez 1941
  • Alfonso Seguí Pérez 1949
  • Alfredo Valor Francés – Carlos Blanes Llorens 1961
  • José Agulló Albors 1975
  • Francisco Alba Socarrades 1989
  • José Moíña Pérez 2003
  • Luis Jorge Sanus Pastor 2017

Primers Trons

  • Jose Blanes 1934-35
  • Joaquín Nebot Santonja 1936
  • Alfonso Seguí Pérez 1940
  • Santiago Paya Ribes 1950
  • Francisco Millán 1957 
  • Emilio Pastor Seguí 1960
  • Francisco González Vivo 1961
  • Agustín Belda Domenech 1962
  • José Ferrando Martínez 1963
  • Alfredo Valor Francés 1964
  • José Ferrando Martínez 1965
  • Daniel Climent Lloréns 1966
  • Juan Colomina Lillo 1967
  • Modesto Moiña Alvárez 1970
  • Fernando Fernandez Giménez 1971
  • Enrique Conte García 1995
  • Francisco Alba Socarrades 1998
  • José Jorge Aura Pascual 2000
  • Pablo Díaz García 2001
  • Jorge Juan Gisbert Doménech 2004
  • Daniel Hernández Orquín 2005
  • Fernando Fernández Pérez 2006
  • Jorge Juan Gisbert Doménech 2017